Empezando por este primero, voy a escribir una serie de posts con la intención de desmitificar la creciente necesidad de suplementar a todo el mundo con magnesio.
Se forma en mi cabeza la escena de un comerciante de milagros (llámese industria farmacéutica por ejemplo…) que tras una cantinela propia de circo grita a viva voz: ¡El magnesio: nuevo milagro curalotodo, imprescindible suplementación! ¡Vengan y compren!
Bromas aparte, ya no estamos en el siglo XVI en el que la venta de panacea universal era medio de vida de muchos curanderos.
Lamentablemente, lo oigo en farmacias, herbolarios y tiendas de productos ecológicos, en conversaciones entre vecinos e incluso aconsejado por algunos profesionales de la salud.
Lo preocupante es que no solo se le atribuyen funciones beneficiosas más allá de la realidad, sino que se ha ido convirtiendo en una moda contra cualquier dolencia.