mitosagua_sonianutricionPhoto Credit: slightly everything via Compfight cc

Existen gran cantidad de mitos y leyendas relacionadas con el consumo de agua. En su mayor parte son falsas, aunque hay ciertos detalles sobre algunas que sí me gustaría aclarar. En este post os desmitificaré 7 falsas creencias sobre el consumo de agua que actualmente oigo más frecuentemente de lo que me gustaría.

Mito número 1: Solo aporta kcal lo que se come, no lo que se bebe.

Esto es completamente falso. En nuestra alimentación, hay que cuidar tanto lo que se come como lo que se bebe y es un error pensar que las kcal que provienen de los sólidos engordan más que las que provienen de los líquidos.

No solo eso, sino que se ha demostrado que las kcal que provienen de líquidos sacian menos que las que provienen de sólidos por el hecho de que se ingieren mucho más deprisa y se digieren y asimilan con mayor velocidad. Por ello, resulta más fácil que hagamos una ingesta de éstas muy por encima de nuestras necesidades antes de sentirnos llenos.

La mayoría de bebidas distintas al agua mal llamadas “bebidas refrescantes” tienen gran cantidad de azúcares, por lo que ingestas elevadas de este tipo de bebidas probablemente facilitarán la aparición de sobrepeso, obesidad y otras patologías derivadas como la diabetes.

Mito número 2: Cualquier bebida hidrata por igual, no es necesario beber agua.

Este mito se las trae, desde luego hay parte de verdad y parte de mentira en él. Sí es cierto que podemos hidratarnos por medio de diferentes fuentes. Además del agua, existen muchos alimentos como las frutas, verduras, la leche o los zumos que pueden ayudar a aportarnos el agua que nuestro cuerpo necesita.

No hay que confundir la capacidad de hidratación con la calidad nutricional de una bebida. El agua es agua, y como tal hidrata por igual allá donde esté. No obstante, las kcal que van sumadas a esa agua sí tienen un papel importante en nuestra calidad dietética.

Tal y como he dicho en el punto anterior, el consumo de refrescos azucarados como bebida sustitutiva del agua en nuestra dieta incrementa el riesgo de padecer sobrepeso, obesidad, diabetes e incluso acabará perjudicando a nuestra salud dental.

En este punto también quiero incluir un mito que se ha puesto muy de moda entre los deportistas. Hablo de eso de que “la cerveza hidrata igual o mejor que el agua después de la práctica deportiva”. Es cierto que la cerveza aporta agua y que efectivamente nos hidratará. Además aporta cierta cantidad de carbohidratos por lo que resulta beneficioso para la recuperación del deportista. No obstante, lleva una fracción alcohólica que no hay que subestimar y además de aportarnos kcal “vacías” favorece la deshidratación.

Así pues, tras una carrera o vuelta en bici si nos apetece una cerveza la hidratación y el aporte de HC podrían compensar a ese posible efecto deshidratante. Pero ojo, indico una cerveza. Cuando ya es una detrás de otra, el factor deshidratante del alcohol subirá peldaños y acabará siendo más importante que lo demás.

Os dejo una pirámide muy útil para tener una representación visual del tipo de bebidas y su frecuencia aconsejada, dentro de un patrón de alimentación saludable:

Pirámide de la hidratación saludable, SENC

Pirámide de la hidratación saludable, SENC

Mito número 3: Para cuidar mi corazón debo beber aguas bajas en sodio.

Respecto a esta creencia popular, debo decir que depende del caso puede ser cierta o no. Actualmente en España las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de muerte y por ello la estrategia de prevención mediante una alimentación sana y controlada en sodio resulta crucial para nuestra salud.

Pero no todas las dietas bajas en sodio son igual de estrictas. Solo en ciertos casos en los que la ingesta de sodio es muy limitada (casos de enfermedad cardiovascular muy severa que requieren control hospitalario muy exhaustivo) hay que reducir todas las fuentes dietéticas de este mineral (incluida el agua).

Para el resto de dietas bajas en sodio, se ha demostrado que la proporción de este mineral que ingerimos a través del agua es muy pequeña, por lo que restringir el consumo de agua mineral normal en dietas normosódicas o ligeramente bajas en sodio no es necesario.

Recordar que el aporte de sodio en nuestra alimentación proviene fundamentalmente de los alimentos procesados, alimentos ricos en sodio (pan, encurtidos, conservas…) y evidentemente la sal de mesa o cocina.

Mito número 4: Hay que beber solo cuando se tiene sed.

Esto por lo general es falso, ya que cuando se activan los mecanismos fisiológicos que desencadenan la sensación de sed, probablemente llevemos ya un tiempo deshidratándonos.

Por lo tanto, en reglas generales se debería mantener una buena ingesta de líquidos a lo largo de todo el día y en especial prestando atención durante la práctica de ejercicio físico.

La deshidratación puede desencadenar efectos negativos para nuestra salud, como por ejemplo reducir el rendimiento físico de los deportistas, alteraciones en la termorregulación, dolor de cabeza, somnolencia, alteraciones en nuestro apetito, etc.

Como norma general se debería ingerir 1 ml por cada kcal ingerida, es decir, por ejemplo dietas de 1800kcal deberían acompañarse con la ingesta de mínimo 1,8 litros de agua al día.

Mito número 5: El agua bebida durante las comidas engorda más y dificulta la digestión.

Definitivamente esto es falso. El agua por sí sola no aporta kcal, tanto si se bebe sola como si se bebe junto a otros alimentos.

Tampoco es cierto que el agua dificulte los procesos de digestión. Se evacúa rápidamente en nuestro estómago y no tiene ningún tipo de interacción que dificulte la asimilación de otros nutrientes. No obstante, en ciertas enfermedades como por ejemplo en el reflujo gastroesofágico o en la dispepsia (malestar, pesadez o dolor durante las digestiones) e incluso en casos de anorexia (pérdida de apetito) sí se recomienda que la ingesta de líquidos se haga fuera de las comidas para reducir el volumen de llenado de nuestro estómago.

Además me gustaría añadir que el agua ayuda a mantener nuestra cavidad bucal bien hidratada, por lo que ayudará a detectar mejor los sabores y aromas, y favorecerá la masticación de los alimentos.

Mito número 6: El agua caliente con limón ayuda a bajar de peso, mejora el estreñimiento y tiene acción quema grasas.

Esto es totalmente falso. No hay nada de cierto en que el agua caliente con limón genere un aumento en la termogénesis de nuestro organismo (la termogénesis es el mecanismo por el cual nuestro cuerpo genera un gasto energético para llevar a cabo los procesos metabólicos tras una comida).

Es completamente falso que tomar agua caliente con limón tenga propiedades “quema grasas” ni que el zumo de limón calentado consiga transformarlo de forma marciana en un potente reductor de grasa corporal. A día de hoy no conozco ningún estudio que realmente corrobore esta propiedad que se le atribuye al vasito de agua caliente con limón en ayunas. Tampoco es cierto que beber grandes cantidades de agua cada día nos ayude a quemar grasas y a eliminarlas, ya que el agua no posee ningún poder liporeductor.

Tampoco tiene sentido que se le asignen propiedades que favorezcan el estreñimiento, ya que el limón precisamente contiene gran cantidad de taninos, que debido a su efecto astringente precisamente están indicados en procesos diarreicos.

Mito número 7: El agua embotellada es mucho mejor que el agua del grifo.

El que la sociedad piense que beber agua del grifo es malo, es un tema en el que la industria alimentaria tiene gran parte de la culpa. Si yo os dijera que realmente la industria alimentaria no hace más que embotellar el agua que encuentra de forma natural, etiquetarla y venderla a un precio mucho mayor para obtener beneficio, ¿seguiríais comprando agua embotellada?

¿Y si os digo que el agua que contiene una botella es de un manantial de las únicas y lejanas montañas del Everest, que posee una frescura especial y tropocientos minerales?

El contenido de minerales de cada agua va a depender de la zona geográfica, ya que el contenido de éstos procede de la proporción en la que se encuentren en los suelos. Por lo tanto, es normal que una agua procedente de una zona calcárea sea más rica en calcio que otra procedente de una zona con más contenido en sílice, bicarbonatos o sulfatos.

Quisiera hacer una reflexión en cuanto a este tema. Me gustaría enfatizar en que el agua del grifo es perfectamente válida, tiene suficiente cantidad de minerales y es perfectamente segura para nuestra salud. Sí es cierto que existen excepciones, en las que debido a una contaminación de los suelos de una determinada región por ejemplo, su consumo está desaconsejado pero en la mayoría de los casos es igual de buena que la embotellada.

El hecho de que creamos que el agua embotellada es mejor (vuelvo a repetir que la industria solo extrae el agua de la naturaleza y la mete en un envase de plástico o cristal, nada más) es porque la industria se ha encargado de hacernos creer que es así.

¿Y si vendieran botellines de aire puro y fresco del Himalaya envasado en un fantástico y marketiniano envase con fotos increíbles de las montañas? ¿Los comprarías?

Os dejo un vídeo que me pasó una compañera respecto a este tema, espero que os guste y que os dé otra visión del mercado de aguas embotelladas:
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=Se12y9hSOM0?rel=0]
Bibliografía:

“El estado de la prevención cardiovascular en España” Miguel Ángel Royo-Bordonada, José Maria Lobos, CarlosBrotons, FernandoVillar, Carmen de Pablo, Pedro Armario, Olga Cortés, Antonio Gil Nuñez, Ángel Lizcano, Ana de Santiago, Susana Sans. Comité Español Interdisciplinario de Prevención Cardiovascular (CEIPC), Medicina Clínica, Volume 142, Issue 1, 7 January 2014, Pages 7–14.

Della Valle DM, Roe LS, Rolls BJ: “Does the consumption of ca­loric and non-caloric beverages with a meal affect energy intake?” Appetite. 2005 Apr; 44(2):187-93.

Stookey JD, Constant F, Gardner CD, Popkin BM. “Replacing sweetened caloric beverages with drinking water is as­sociated with lower energy intake”. Obesity 2007 Dec;15(12): 3013-22.

“Importancia del agua en la hidratación de la población española: document FESNAD 2010” C. Iglesias Rosado, A. L. Villarino Marín, J. A. Martínez, L. Cabrerizo, M. Gargallo, H. Lorenzo, J. Quiles, M. Planas, I. Polanco, D. Romero de Ávila, J. Russolillo11, R. Farré, J. M. Moreno Villares, P. Riobó, J. Salas-Salvadó, en representación de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD).

Agua, hidratación y salud: “La Declaración de Zaragoza” . SENC y Observatorio de la Nutrición y Actividad Física.